Con el respaldo de su conducta y la vocación de servicio en el ejercicio de la sana política, él creó un partido político municipal para ser candidato a Intendente municipal. Sin embargo, quien ejercía el cargo no soportó que le cuestionaran su gestión de gobierno: junto a una funcionaria y su novio, planificaron el atentado. Intervención deshonesta de funcionarios, impunidad y corrupción. Esa conducta enfermiza de quienes traicionan la confianza ajena bajo el eslogan de sentirse servidores públicos, cuando en realidad son delincuentes del poder. El opositor, ciudadano formado para actuar en defensa de los intereses de la sociedad democrática, se cuestiona entonces si puede opinar pública y abiertamente sobre las autoridades electas, cuando existe tal riesgo personal de padecer agresiones físicas desde el poder. ¿Qué clase de persona queremos para que nos gobierne? ¿Un candidato que reúne las virtudes de una buena persona y defiende la comunidad en forma transparente? ¿O aquel que comulga con los síntomas de la corrupción? La respuesta surgirá de la interpretación que haga el lector del contenido de esta novela.