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Las varillas

Es por eso que te quiero tanto
Biografía
Cant. Páginas Tamaño Tipo Papel Encuadernación
386 21x14 Bookcel 80 grs. Binder
Resumen

Nuestros lectores nos han reclamado en el cara a cara y por el correo electrónico ante las distintas entregas de Quien Quiera Oír Que Oiga, y hasta han insistido, en que los encuadernemos, o que publiquemos una selección de sus notas en un volumen, haciendo suyo el argumento de Borges: "El mismo artículo, leído en un libro, se recuerda; leído en un diario, se olvida... "Lo bueno de los libros es que están escritos para la memoria" Ante la efímera vida de un periódico, está la más perdurable de un libro. Por eso nos hemos atrevido al nuestro, con la incertidumbre cuenta de que no sea necesariamente bueno. Sin embargo sometemos a la contingencia para así responder a la demanda. Aquí están los artículos que más nos comentario y los que generaron más discusiones. Pero estamos seguros de que esta publicación está salvada. Y lo que la salva es la inclusión de dos discursos del Dr. Lorenzo J. Ortiz: el que pronunciara con motivo de la inauguración del aquel entonces Instituto Dalmacio Vélez Sarsfield, e igualmente el dicho en ocasión de la Consagración del nuevo templo de Las Varillas. Este último, por especial circunstancia, aparece como oportunísimo en este año 2012 en que la Parroquia de Las Varillas, Nuestra Señora del Rosario, celebra su centenario. Esta es nuestra manera de celebrarlo.

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Mi currículum. Todo me fue dado: Mi papá, Don Santiago, el nono Yaco, más blando que el pan casero; un electricista, también mecánico, cuya mayor satisfacción fue el servicio y la satisfacción de haber cumplido bien ese servicio, siempre con el más sereno y manso silencio, que hizo que fuera más transparente e intensa su callada elocuencia. Mi mamá, Doña María, la nona Gorda, más aplicada y zumbadora que una abeja; enérgica y orgullosa ama de casa; tejedora incansable e inalcanzable Penélope que destejía prendas viejas para tener abrigos nuevos para sus hijos, nietos y demás deudos. Tres hermanos: Celina, Lidia y Luis. Todos sometidos libremente al honesto trabajo. Mi esposa María Teresa, de tantos conversados silencios compartidos. Su mirada de sí es siempre sí y no siempre es no. Basta escucharla, verla o pensarla, para que se calmen todas las tormentas. Y juntos, los hijos: Javier Tomás, María Laura, María Belén, María Fernanda. Los cuatro supieron y pudieron elegir lo suyo, artífices y artesanos de sí mismos. Los yernos: Alicia, Gabriel, Pablo y Sebastián, para los cuales Dios me concedió el don y gracia de quererlos tal cual son. Mis nietos: Sol, Santino, León, Bianca, Dago, Martina, Jesús y... un montonazo de ternura. Todo esto es lo mejor que tengo pero que me fue gratuitamente dado. Y también Las Varillas. Por eso siempre la nombro y cuando la nombro se me inunda el alma y se me naufraga la garganta. La excepción, la formación que me fue dada en mi pubertad y juventud en el Seminario Menor de Jesús María y el Mayor de Córdoba. Todo lo demás a veces se me atribuye, no me pertenece; si algún mérito tengo, es el de la aceptación de ser empujado. Todo es de todos los que empujaron. Por eso no quiero, no puedo, no debo vanagloriarme, y si lo hiciera es para vanagloriarme en los demás... Pero sí, porque quiero, porque puedo, debo decir a todos muchísimas gracias, las que serán siempre insuficientes. Pero por sobre todo, gracias a Dios que lo permitió todo desde m

Santa Fe
ADN Literario (Calle 58 nro 267 - Villa Cañas)


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